
Estos días en Madrid todo el mundo habla de la “boina” de contaminación. A ver qué monta nuestro Tuthangallardón, seguro que prohibe el tráfico a los coches con matrículas múltiplo de 3, o mejor, pone un impuesto por circular por el centro para pagar la herencia de 7000 M€ de deuda que nos deja el angelito (2000 € por madrileño). Además, me temo que hay 800 M€ más de deudas operativas, no financieras, que no se contabilizan como deuda. Con impuesto o no, estamos a la espera de alguna bendita borrasca, que se lleve los malos humos, haga subir las temperaturas, y de paso haga girar algún aerogenerdor del parque eólico español (hoy un 11% de la potencia generada era eólica, en hora de pico de consumo).
En el ámbito casero, he retomado mis lecturas de Henning Mankell. “El hombre sonriente” me tiene enganchado, a ver si Kurt Wallander lo pilla de una vez.
Siento no contar mucho más, la conspiraciones vaticanas de la oficina me tienen absorbido.
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