El adiós a la vieja tele es el adiós a aquella época de mi llegada a Madrid, del primer trabajo serio, del orgullo de tu primera casa, del desinterés por los temas familiares... Hoy no me importaría irme a otra ciudad, mandaría mi serio puesto de serio manager a esparragar, no tengo casa propia en Madrid y las conversaciones con mis hijos son para mí el Padre Nuestro. ¡Cómo cambia la cosa en quince años!
Por aquello de la novedad, estuve anoche zapeando la tele nueva, para demostrarme a mi mismo cuántos canales podemos ver y qué buena inversión hemos hecho. El resultado fue de lo más desolador... Sólo basura, propaganda y tarot. Qué obsesión con la publicidad, es algo contínuo.
Por otra parte, las últimas lecturas me están devolviendo a un realismo crudo. Puede que eso esté influyendo en mis intereses por el campo. Odio la burocracia, cada vez me doy más cuenta de los destructiva que es.
Bueno, me voy a ver a Joaquín. Es médico, pero no es el del primero.
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