viernes, 14 de enero de 2011

New York, New York, ...

El pasado miércoles asistí a una conferencia en el CBA sobre Ingeniería y Modernidad. Me gustó mucho. Sobre todo porque se habló de la Ciudad de los Rascacielos, y también porque llegué a tiempo para encontrar asiento y no escuchar de pie al orador.

Escucharlo, no sólo verlo. Aunque “…algunos dicen que la gente va a ver al conferenciante, y no a oírlo; caso en el que parece casi una pena que haya de perturbar y apesadumbrar sus mentes con una conferencia. Podría meramente exhibirse a sí mismo en un stand o plataforma por una suma estipulada; o ser exhibido igual que un monstruo en una reserva. No se espera que un elefante de circo dé un speech…” (“Mi visión de Estados Unidos”, G.K. Chesterton, 1923). En su caso, la audiencia le escuchaba.

Y escuchar hablar de ideas (“… aquí no ha muerto nadie nunca, aquí nadie morirá nunca.”, Cuaderno de Nueva York, José Hierro, 1998), que sobreviven a las personas, que al final morimos, ya seamos anónimos, o célebres, o anónimos célebres (que se ven en “los ojos fieros y los rasgos ásperos de la cara de Kurt Masur”, la noche que dirigía la Filarmónica de Nueva York, interpretando el Requiem alemán de Brahms, tras el 9/11, “Ventanas de Manhattan”, Antonio Muñoz Molina, 2004).

Fue todo muy interesante (y para hacer perfecta la conferencia, …por fin un discurso suyo sin mentar al dichoso Juan Benet).

¿Cómo se puede hacer una Ingeniería más moderna? No sé si hoy tenemos tiempo para contemplar las obras públicas. La gente que va en tren no mira el paisaje por la ventanilla, sino la pantalla de cuatro pulgadas de su smartphone. ¿Tenemos permiso y espacio para construir puentes en Facebook o Twitter? ¿Cuál será el puente real en ese caso: por el que se transita o el que desde la pantalla del iPhone llega a los cerebros? Si le preguntásemos a Platón se haría un lío, con sus Ideas.

Y que conste que no sé dónde estará la Modernidad en el futuro, si en Dubai, Bombay, Shanghai. Ya casado, y cerca de la cuarentena, me conformo con que mis hijos vengan conmigo a esquiar a Valdezcaray …

No hay comentarios:

Publicar un comentario