Bullanguero arrancó los aplausos con su presencia, al aparecer en el ruedo. Todos, 7 incluido, se quedaron admirados por el trapío del animal. Alto y descarado, fuerte y musculoso, cuerna pavorosa, hacia delante y hacia arriba, cabeza ancha y corta, perfil elegante y equilibrado montado en una capa cárdena. El novillo encarnaba a la perfección las virtudes de los Pablo Romero, los toros de lidia mas bellos que existen.
Es éste el último resto de la casta Gallardo, creada por los cartujos de Jerez y los dominicos de Sevilla en el siglo XVIII. El párroco de Roda, Marcelino Bernaldo de Quirós, los adquirió y mezcló con ganadería de estirpe Navarra. Bernaldo de Quirós se los vendió a Francisco Gallardo, quien fijó las características de la raza: rotundidad y armonía en sus formas, perfección global.
Parte de la ganadería de Gallardo llegaría a Juan Miura, que mezclando su sangre con la casta Cabrera, consiguió lo que son Miuras de hoy. La otra parte de la vacada la adquirió D. Pedro Echeverrigaray, que con algunos cruces con la casta vazqueña llegó en 1885 a D. Felipe de Pablo Romero, creador del encaste del que procedía, nada más y nada menos, que Bullanguero...
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