domingo, 5 de diciembre de 2010

Tiros a la barriga (del controlador)

Si de algo hay que hablar hoy es de los controladores aéreos. Cuantas más informaciones se publican, mayor es mi perplejidad. Esto es un tema recurrente, de años y años atrás, que todas las Navidades y veranos es noticia, como los pilotos o los maquinistas de Renfe. Nunca he tenido muy claro cuánto cobran, ni de qué se quejan. Analicemos la situación por partes:

1.- Tradicionalmente ha sido un gremio cerrado (de “enchufados”, para que se entienda), con acceso controlado por quien mande en ese momento y por el propio gremio. Hasta la llegada de RianAir e EasyJet, el aire era un mundo glamuroso, exclusivo para ricos, donde el dinero parecía no ser un problema. Ese es el punto de partida.

2.- Es un misterio cuánto trabajan y cuánto cobran, lo cual debería estar bastante claro, siendo AENA una empresa pública. Entre informaciones y desmentidos, parece que hasta ahora debían de tener un sueldo base de unos 150.000-200.000 euros, que con horas extras llegaba hasta 300.000-400.000 euros (euros brutos al año, que tras pasar por Hacienda se debe quedar en el 55%-65% de estas cantidades). Con esa tarifa horaria, no es raro que se hinchasen a trabajar en horas extras (hacían más de 500 al año), y que pusiesen pegas a la ampliación de la plantilla. Al no ampliar la plantilla, el crecimiento del tráfico aéreo tiene que ser absorbido por los que están, por lo que hay necesidad de hacer más horas extras. Sin embargo, con este proceder AENA queda presa de su propia política empresarial: ya no puede eliminar las horas extras aunque quiera.

3.- Lo que el Gobierno ha hecho es básicamente recortar las horas extra a un límite de 80 al año (referencia habitual en otros sectores), que se suman a las 1700 horas de trabajo en horario “normal”. Pero ni los controladores están contentos (cobran la mitad), ni AENA (sin horas extras no pueden atender todo el tráfico aéreo). Eso explicaría aspectos incomprensibles del decreto del gobierno, como que en las 1700 horas se pida que no cuenten las horas de médico, o de reducción de jornada por maternidad. AENA necesita sacar más horas de donde sea.

4.- Psicológicamente, el pueblo llano odia a los controladores, por su alto sueldo (la envidia es el pecado nacional) y por el chantaje que hacen frecuentemente con sus huelgas, encubiertas o no.

5.- Psicológicamente, los controladores sienten que han perdido la mitad del sueldo, pero tiene que seguir trabajando las horas necesarias para atender el tráfico existente. Son los que son, no van a poder contratar ni formar a más en poco tiempo. Únase a ello que son vistos por el resto como los villanos de la película y eso a nadie le gusta. Olvidan los controladores en su análisis, que el sueldo medio del español ronda los 22.000 euros (y no olvide tampoco Usted, amadísimo lector).

6.- Lo más incomprensible de todo es el sainete ridículo que el Gobierno ha montado en esta ocasión. ¡¡Estado de alarma!! ¡¡Militarización!! (Perdón, ¿nos bombardean los alemanes?). En los últimos 30 años ha habido situaciones críticas en este país (políticas, militares, terroristas, de inmigración, medioambientales, …), gobernando unos u otros, pero a nadie se le ha pasado por la cabeza reducir las garantías constitucionales de ningún colectivo de la sociedad. ¿Y ahora sí?

No sé hasta qué punto hay tramas conspiratorias judeomasónicas y esto es un montaje del gobierno para desviar la atención del asunto económico (que también podría ser, ayer hubo una nueva subida de impuestos en el mismo decreto que fijaba las horas de los controladores), o simplemente el gobierno quiere aparentar algo de autoridad sobre un problema que se les iba de las manos (fenomenal la ópera bufa de los militares tomando el aeropuerto de Barcelona una semana después de que el PSOE pierda el gobierno de la Generalidad).

Gracias a Dios, sin muertos esta vez, pero con pistolas desenfundadas, el asunto me recuerda al PSOE de 1933 y al iluminado de la época D. Manuel Azaña (aunque él sabía escribir): “Tiros a la barriga (del controlador)”. Si al final todo es memoria histórica. Recuerden del Gold&Silver Meeting: Economía, historia, substancia.

Me voy a desayunar a Ikea. Sí han oído bien.

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