lunes, 23 de junio de 2008

El P. Fortea y los hegelianos de la COPE

Mi profesor particular de filosofía, el marxiano D. Justo Pérez del Corral, me hizo entender hace unas semanas la diferencias entre la ética de derechas y la de izquierdas, creo que sin pretenderlo. No habló en su charla de ética, sino de Hegel, en el contexto del romanticismo alemán del S. XIX.

Viene esto a cuento de la reciente crítica del oscense Padre Fortea al turolense Federico Jiménez Losantos, y el correspondiente zurriagazo de vuelta del turolense al oscense. Duelo a garrotazos.

La explicación de Justo fue la siguiente. Hegel fue el primero tras veinte siglos que rompió con Parménides y volvió a Heráclito. En la práctica Hegel fue el primero en la modernidad que hizo una valoración positiva de lo negativo. “Es malo estar enfermo, pero es bueno haberlo estado”, por ejemplo. Esta es la hiperlegitimación de la izquierda y esta llave abre la comprensión de muchas realidades. Por eso a la izquierda hegeliana le parece que crispar para obtener el poder es legítimo (qué días aquellos de la guerra de Irak), mientras que la derecha no puede concebir la crispación y la presión como arma política. No sería “honrado”.

El aristotélico-tomista Fortea no puede entender las diatribas del ex comunista FJL en la COPE, impregnado de hegelianismo. Para Fortea el ser es uno, bueno, inmóvil, eterno, no caben las salidas de tono. Pero FJL nunca se baña dos veces en el mismo río. Según él mismo confiesa, hace cada programa como si fuera el último...

Por abandono del PP, la COPE ha estado haciendo la Oposición política estos cuatro años. Es la COPE quien ha sacado la gente a ala calle, no el PP. La izquierda tiene un programa. No le molesta el PP, le molesta la oposición a ese programa. La COPE la ha hecho. Una oposición dura, correosa, implacable, asfixiante, ... hegeliana ... inconcebible para muchos católicos “de orden”, aristotélico-tomistas... Para muchos otros la COPE ha sido el único árbol que les ha cobijado ante la marea de la revolución progresista ... ¡qué papelón, Mariano!

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